martes, 19 de enero de 2010

Cerrar Ciclos

(Apuntes del 2009)

Hay que saber cuándo una etapa llega a su fin. Cuando insistimos en alargarla más de lo necesario, perdemos la alegría y el sentido de las otras etapas que tenemos que vivir.

Poner fin a un ciclo, cerrar puertas, concluir capítulos... no importa el nombre que le demos, lo importante es dejar en el pasado los momentos de la vida que ya terminaron.

¿Me han despedido del trabajo? ¿Ha terminado una relación? ¿Me he ido de casa de mis papás? ¿Me he ido a vivir a otro país? Esa amistad que tanto cultivé... ¿ha desaparecido sin más?

Puedes pasar mucho tiempo preguntándote por qué ha sucedido algo así. Puedes decirte a ti mismo que no darás un paso más hasta entender por qué motivo esas cosas que eran tan importantes en tu vida, se convirtieron de repente en polvo.

Pero una actitud así supondrá un desgaste inmenso para todos: tu país, tú pareja, tus amigos, tus hijos, tu hermano. Todos ellos estarán cerrando ciclos, pasando página, mirando hacia adelante, explorando nuevos territorios y todos sufrirán al verte paralizado.

Nadie puede estar al mismo tiempo en el presente y en el pasado, ni siquiera al intentar entender lo sucedido. El gastar tiempo pensando en lo que fue o pudo haber sido, solo te aleja de lo que es o puede ser.

El pasado no volverá: no podemos ser eternamente niños, adolescentes tardíos, hijos con sentimientos de culpa o de rencor hacia sus papás, amantes que reviven día y noche su relación con una persona que se fue para no volver.

Todo pasa, y lo mejor que podemos hacer es no volver a ello. Vivir aquí y ahora.

Por eso es tan importante (¡por muy doloroso que sea!) destruir recuerdos, cambiar de casa, donar cosas a los orfanatos, vender o dar nuestros libros. Todo en este mundo visible es una manifestación del mundo invisible, de lo que sucede en nuestro corazón.

Deshacerse de ciertos recuerdos significa también dejar libre un espacio para que otras cosas ocupen su lugar. Solo el vacío genera movimiento, el agua estancada se pudre, déjate fluir.

Dejar para siempre. Soltar. Desprenderse. Nadie en esta vida juega con cartas marcadas. Lo importante es como jugamos las que nos tacaron. No esperes que te devuelvan lo que has dado, no esperes que reconozcan tu esfuerzo, que descubran tu genio, que entiendan tu amor. Se tu y déjate fluir, sigue hacia delante, viviendo un día a la vez.

Deja de encender tu televisión emocional y ver siempre la misma telenovela, en la que se muestra cómo has sufrido con determinada pérdida: eso no hace sino envenenarte.

Nada hay más peligroso que las rupturas amorosas que no aceptamos, las promesas de empleo que no tienen fecha de inicio, las decisiones siempre pospuestas en espera del "momento ideal". “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás existió.” J. Sabina.

Antes de comenzar un nuevo capítulo, hay que terminar el anterior: repítete a ti mismo que lo pasado no volverá jamás. Recuerda que hubo una época en que podías vivir sin aquello, sin aquella persona, que no hay nada insustituible, que un hábito no es una necesidad. Puede parecer obvio, puede que sea difícil, pero es muy importante.

Cerrar ciclos. No por orgullo, ni por incapacidad, ni por soberbia, sino porque, sencillamente, aquello ya no encaja en tu vida.

Por lo tanto, cierra la puerta, cambia el disco, limpia la casa, limpia los cajones, abre las cortinas, sacude el polvo.

DEJA DE SER QUIEN ERAS... HAZ HOY ALGO DIFERENTE PARA ALIMENTAR TUS SUEÑOS Y… TRANSFÓRMATE EN EL QUE PUEDES Y DEBES LLEGAR A SER.

(Adaptado de anotaciones de Paulo Coelho y Iciar Piera I.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario